Investigaciones en materia de belleza y salud demuestran que, aunque nuestros genes nos predispongan a ciertas disfunciones, su activación se debe a marcadores epigenéticos. Malos hábitos alimenticios, un ritmo de vida ajetreado o las tensiones diarias ponen a nuestro organismo al límite provocando desajustes que aceleran su envejecimiento.
Si a ello añadimos que la psicodermatología -disciplina que explica el vínculo entre mente y piel- postula que la elevación de los niveles de estrés conlleva cambios inmediatos en la condición de la piel, la situación se agrava.
Solo la filosofía de la belleza consciente, la «Beautifulness», puede garantizar unos cuidados paulatinos de máxima eficacia para renovar por completo nuestro aspecto y nuestro equilibrio interior.